domingo, 12 de abril de 2009

Cómo aprender a memorizar una obra musical


He aquí el método más confiable y permanente que conozco para memorizar una pieza musical: transcribir la partitura entera a un pentagrama. En realidad, esto era hecho con gran frecuencia durante el periodo clásico, e incluso después. Se dice que Bach transcribía la música de aquellos compositores que él deseaba aprender. Unos cien años después, los músicos entusiastas copiarían las partituras en pentagramas con el fin de conocerlas mejor. Yo he utilizado esta técnica durante años, y le aseguro que funciona. Aunque esto no quiere decir que no sea un trabajo tedioso y extenso.

Si este método no os resulta útil, tal vez debas intentar copiar simplemente unos pocos compases o aquellos pasajes que te presenten dificultades. Esto os ayudará a concentrar la atención en qué notas son.

Otro método para memorizar partituras es analizar la pieza armónicamente. En otras palabras, hacer un análisis de acordes, análogo al análisis gramatical de las oraciones, como: articulo, sustantivo, verbo, preposición, etc. El análisis musical sería algo como esto: el primer acorde es un acorde de tónica con raíz en el comienzo. El siguiente es un pasaje escalar con la mano derecha, ascendiendo 1-1/2 octavas, y comenzando por la quinta nota de la escala. Este método persigue la misma idea de transcribir la música, sin necesidad de transcribirla. Hace que el intérprete se enfoque en los detalles de dicha pieza musical.

Cuando era un niño y también siendo adolescente, solía memorizar tocando la música una, y otra, y otra y otra vez. Luego de un rato adquiría lo que se llama “memoria muscular”. El único inconveniente era que si no practicaba seguido perdía dicha memoria. Esta es la diferencia con los dos métodos anteriores que no poseían ninguna contrapartida.

Otro modo más efectivo, creo yo, de emplear la memoria muscular para memorizar piezas es utilizar los ojos al igual que los dedos. En otras palabras, mira lo que estás haciendo. Interpreta la pieza una frase a la vez, y toca cada frase varias veces, mientras miras que notas vas tocando.

El bajo es el alma de una pieza de piano, creo yo, incluso si a veces no lo parece. He aprendido que si te concentras y memorizas la parte de los bajos, la pieza entera sonará mejor. He tenido bastante éxito memorizando la mano izquierda y derecha separadamente, concentrándome en la parte de los bajos. Creo que la esencia de una buena memorización es simplemente prestar mucha atención a todo lo que estás tocando, así que no toques a ciegas.

La digitación en el piano


Al elegir una digitación lo que se busca es adaptar las características musicales de un pasaje a las peculiaridades funcionales del pianista, teniendo en cuenta los condicionantes mecánicos y sonoros del piano.

La relación entre los dedos elegidos y las notas a las que se hacen corresponder, no debería ser una mera relación numérica, como a menudo se considera, sino que es necesario admitir que son los movimientos y las acciones técnicas empleadas las que determinan los dedos que se utilizarán en cada momento.Por esta razón una digitación puede resultarnos incómoda, o hasta incluso inaceptable, si no llegamos a captar qué movimientos se hallan implícitos en su realización.

El criterio que debe prevalecer en la elección de una digitación es la adecuación al objetivo musical previsto, bien por su adaptación a la estructura rítmica, como por cuestiones de sonido, fraseo, carácter, etc. No obstante, pueden ofrecerse múltiples soluciones válidas desde el punto de vista musical, por lo que el criterio de comodidad, o adecuación a las características fisiológicas y mecánicas del pianista, también debe ser observado. Es necesario diferenciar aquí entre los conceptos de comodidad y facilidad. Si bien una solución cómoda puede resultar compleja e incluso difícil al intentar adoptarla, las soluciones en principio más fáciles no son necesariamente las más cómodas.