martes, 24 de febrero de 2009

Caracteristicas de la interpretacion pianística de Chopin y sus problemas técnicos específicos


En la interpretación de Chopin ha de prevalecer la claridad en la exposición melódica, lo que implica además de un toque cantabile, un gran tacto en el uso del pedal. En este sentido conviene respetar las indicaciones del autor. Chopin indica el pedal a menudo en pasajes en escalas y para enlazar acordes finales de las obras, e incluso en bajos a los que siguen silencios. Esto se entiende en el sentido de prolongar las resonancias, pero no producir un efecto de legato.

Chopin usaba a menudo el pedal celeste muy localizado en determinados pasajes y suponía un cambio frecuente, aunque hay que considerar este procedimiento en relación al piano Pleyel de Chopin, ya que en un piano moderno el efecto del pedal izquierdo ofrece un contraste mucho más marcado.

Chopin pensaba que es necesario aprovechar la diferente conformación de cada dedo y que la desigualdad natural de los mismos no debía ser ignorada, lo que aporta un especial encanto a las digitaciones.

Los criterios técnicos de Chopin se aprecian fundamentalmente en sus propias partituras, en las que la relación de la mano con el instrumento nunca antes había alcanzado tanta adaptación. La posición de cinco notas que recomendaba, como posición fundamental (mi, fa#, sol#, la# y si) propician una posición extendida de los dedos, de modo que los más largos se sitúan sobre las teclas negras. Su preferencia por las tonalidades cargadas de alteraciones refuerza la idea de que tal posición era la que adoptaba de modo habitual.

El sonido de Chopin no era agresivo y tocaba con una gran sutileza. Sobre todo en las fermatas, en las que se impone un toque leggero.

En cuanto al rubato, algunos testimonios de la época señalan que Chopin lo usaba no mantenía el tempo regularmente, sin embargo Liszt describiría a sus alumnos el rubato Chopiniano diciendo: "Mira esos árboles! El viento agita sus ramas, sin embargo el árbol permanece en el mismo lugar, este es el rubato de Chopin".
Algunas obras están basadas en ritmos de danza que es necesario conocer para su correcta interpretación: la mazurca, por ejemplo, requiere que se dé un ligero énfasis sobre el tecer tiempo.

Tanto Chopin como Liszt utilizan el acompañamiento del nocturno, propuesto por Field y en la que los bajos se sitúan en una octaba inferior a la de los acordes desplegados. Esta distribución en diferentes octavas del material hace necesario el uso del pedal de resonancia.